domingo, 4 de septiembre de 2011

Día de Muertos

Esta historia me sucedió hace 4 años, justo el día 2 de noviembre.   Lo recuerdo muy bien, gracias a todo lo que sucedió después.

Estaba en mi cuarto, el cual se encuentra en el 2do piso de mi casa, justo en medio de la que era la habitación de mi hermano (ahora vive en otro estado) y la que hasta hace unos años era la habitación de mis papás.  Desde hacía horas estaba como siempre, pegada al internet, ya que al no tener tv por cable y no ser precisamente una fanática de Televisa, la tele era aburridísima.  

Como a las 9 de la noche, ya aburrida de ver videos de cualquier babosada en youtube, me conecté al msn y me encontré ahí al hermano de un amigo, el cual me pidió que le ayudara a instalar un antivirus.   Estuve explicándole paso a pasito ya que no tenía ni idea de cómo se instalaba primero el susodicho antivirus, y luego su clave, y sin darme cuenta fue pasando el tiempo.
Para eso de las 11:30 de la noche tenía una revolución en mi estómago; mis lombrices estaban casi devorándose entre ellas, y haciendo memoria me di cuenta que me había olvidado de comer.    Mis papás tienen un pequeño restaurancito, así que agarré mis llaves y para allá me fui, tratando de no hacer ruido al salir para no despertar a mi mamá, que dormía en su cuarto la planta baja.

Aún siendo atea, a los muertos, espíritus o como ustedes gusten llamarles les tengo una mezcla de temor y respeto, debido a todo lo que he vivido desde que era niña.  Así que de haber sabido qué fecha era, quizás  no habría salido de mi casa.   Pero en mi familia no celebramos día de muertos (mis papás son cristianos) y yo pues soy atea, así que es un día normal para nosotros, contrario a muchas casas mexicanas en las cuales se preparan altares con ofrendas de comida y regalos para los muertos 'grandes' el día 01 de noviembre, y comida, dulces y juguetes para los 'chiquitos' el día 02... En mi casa nunca se hace nada de eso y esas fechas pasan como si ni existieran. 

En fin, continúo mi relato.   Me dirigí al restaurancito, donde estaba mi papá viendo la tele en nuestra mesa de siempre.  Se sorprendió de verme a esa hora y le dije que era porque tenía muchísima hambre y me dió 2 tamales le habían regalado, y me sugirió hacerme unas 'guajolotas' con ellos (para quienes no las conozcan, guajolotas en el d.f. les llaman a tortas con un tamal dentro) así que fui a la cocina a hacerme mis guajolotas.  Cené, -más bien, devoré las tortas- con una coca cola y me quedé un ratito platicando con mi viejo, hasta que vi que ya eran más de las 12:30, así que le dije que ya me iba.  Me ofreció llevarme en la camioneta, pero estando la casa cerquita le dije que mejor caminaría.

Para qué lo hice!  Estando ya como a 1 cuadra y media de mi casa, vi a un muchacho parado afuera de la casa de Doña Elena, la vecina de enfrente.  En realidad su casa no queda justo enfrente de la mía, sino una casa a la derecha.  En casa de doña Elena nunca acostumbran a prender sus luces de noche, así que el muchacho me miraba y miraba, con las manos en la cintura, entre las sombras creadas por las lámparas de la calle.  Pensé que era alguno de los familiares de ella, y en ese momento no le di mucha importancia.  Pero seguía mirándome fijamente y ya era hasta incómodo.  Recuerdo que hasta me reí pensando: '¿Qué, le gusté o qué onda?'

Seguí caminando con extrema lentitud (por la flojera luego de haber comido tanto) y al llegar a la esquina de mi cuadra (mi casa queda justo enmedio) comencé a sacar mis llaves.  Todo era normal,  pero ese muchacho me miraba y me miraba, y yo trataba de fingir que no me interesaba, mientras de reojo lo observaba y sentía su mirada encima.

Al acercarme al portón de mi casa, no sé por qué volteé a ver hacia la casa de doña Elena, y ese muchacho parado como a un metro de la puerta de metal que estaba cerrada.  los cristales eran lo único blanco entre las sombras. 
Todo pasó en unos segundos; yo apuntaba mi llave hacia el cerrojo mientras lo miraba, tratando de distinguir su cara y preguntándome ¿qué tanto me ve este tipo? pero estaba muy oscuro donde él estaba y seguía mirándome, incluso se había volteado en su lugar para mirarme descaradamente. 
De pronto volteé un segundo para abrir el portón de mi casa de una vez y poder entrar, y al voltear de nuevo hacia donde él estaba vi cómo se daba la vuelta hacia la puerta, luego dió un paso hacia ella despacio y... Atravesó la puerta de un salto!

No lo podía creer... La puerta estaba cerrada, yo la había visto y él claramente la atravesó...  Casi cagándome de miedo, empecé a dar espadazos desesperados a la cerradura con mi llave sin atinarle.  Quería llorar, morirme, desaparecer.  En lo que me pareció una eternidad, logré abrir el portón de herrería y entrar.  Por más que me decía a mi misma que no debía volver a mirar, no pude evitar ver hacia allá.  Afortunadamente, no vi nada más.

Ya un poco más tranquila en mi cuarto, acostada en la hamaca y aún sin poder creerlo, empecé a preguntarme ¿por qué? ¿por qué...?  Fue cuando vino a mi mente que era 2 de Noviembre, día de muertos.

De haberlo recordado no habría salido de mi casa ese día...

martes, 23 de agosto de 2011

BIENVENIDOS!!!

Buenos días,  éste espacio será para publicar historias escalofriantes que me han sucedido, he visto o soñado a lo largo de los años, así como historias que me han contado familiares y amigos cercanos. 

Muchas de estas cosas parecen tan irreales, que algunas veces dudo si en verdad sucedieron.  Afortunada -o desafortunadamente-, en varias ocasiones no estaba sola cuando ocurrieron.  Digo desafortunadamente, porque el terror que viví no se lo desearía ni a mi peor enemigo...  Aunque algunas veces si...

Gracias por leerme, y si tienes alguna historia (vivida por ti o familiares/amigos) que contar, siéntete libre de enviarme un correo, y con gusto la publicaré. 



Morph